Limpieza visible e invisible
Bacteriostáticos en inodoro
A la hora de afrontar cualquier servicio de limpieza, siempre tenemos presente que nuestro trabajo, aun debiendo pasar desapercibido en su ejecución, debe de hacerse notar una vez realizado, para potenciar el valor y la utilidad del entorno que se limpia.
Además, somos conscientes de que no es solo una cuestión meramente estética, sino que la limpieza debe de garantizar la máxima higiene de dicho espacio, empleando para ello las técnicas, materiales, productos y protocolos adecuados. Esta máxima se hace imperativa en espacios públicos y, dentro de esta categoría, es imprescindible en los aseos, dada la cantidad de gérmenes, bacterias y, por ende, malos olores que pueden derivar de una mala higienización.
Para evitar males mayores, se debe garantizar la limpieza “visible”, pero también la “invisible” o profunda, esto es, una limpieza desinfectante. Para limpiar estas zonas, debemos utilizar un producto específico para baños, pues llevan una composición germicida, idónea para estas zonas. Tanto las piezas como las paredes, debe de limpiarse con frecuencia, teniendo en cuenta, además, aplicar dicho producto con bayetas o estropajos suaves, para no estropear las superficies.
Dado que son las bacterias las responsables de la aparición de malos olores, al realizar una limpieza correcta de los aseos, aseguramos que no tengamos que soportarlos, amén de estar seguros de que, sobre todo, el inodoro, está libre de gérmenes.
BACTERIOSTÁTICOS EN EL INODORO
Como hemos comentado, es el inodoro es la pieza del baño a la que más atención debemos prestarle. Bien es cierto, que en nuestras casas la frecuencia de uso es manejable para mantenerlo limpio e higienizado; sin embargo, en un local público se hace bastante complicado. Es el caso de los restaurantes o bares, por ejemplo, pero también de las oficinas y lugares de trabajo: ¡en estos sitios no suele haber un retén de personal de limpieza las 24 horas del día que mantengan impecables los aseos!
Esta circunstancia derivó en la invención de los dispensadores bacteriostáticos o higienizadores de inodoro, los cuales se instalan en la cisterna y realizan una descarga de producto de forma programada para que el WC permanezca libre de bacterias, gérmenes y cal. Estos aparatos pueden programarse para que hagan su función a través de un temporizador, o bien que se activen con cada descarga de la cisterna del inodoro.
Son, en definitiva, una solución muy acertada para mantener limpios estos lugares.